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Un inglés en Dakar: la historia de Babá, un jugador diferente



Cualquier aficionado al fútbol que se precie conoce la historia de Messi, el escuálido y diminuto rosarino al que todos los equipos argentinos daban la espalda, debido a sus problemas de crecimiento; o la de Cristiano, y su tormentosa infancia, casi en el umbral de la pobreza. Pero muy pocos saben quién es Baba Diawara, y menos aún podrían hablar de quién era este senegalés antes de dar el salto a la élite del fútbol, cuando sólo era un chico más, en la populosa y tórrida ciudad de Dakar, con un sueño absurdo y un balón de trapo.

Baba Diawara se crió en Dakar, hijo de un vendedor de hulla que se fugó de casa al poco de nacer él, con lo que tuvo que empezar a trabajar muy pronto para mantener a su madre y a sus nueve hermanos. Cuentan los que lo conocieron entonces que Baba únicamente tenía un amigo, su mono cercopiteco Steve Dungu, que llevaba a todas partes sobre su hombro, incluso en horas de trabajo. Fue, precisamente, una tarde, mientras él se encontraba trabajando en un local de comida rápida, uno de sus muchos empleos, cuando le avisaron de que su mono se había escapado, y estaba revolviendo las mesas de algunos clientes, molestándolos. Baba, que temía perder su puesto de trabajo, salió corriendo de las cocinas, y en apenas unos minutos, atrapó a Steve. El espectáculo que el cercopiteco había dado era lamentable: el suelo estaba lleno de decenas de bandejas y manchas de Keptchup y mostaza, y Baba dio su trabajo por perdido. Especialmente, llamó su atención un hombre blanco y de cabeza rapada, al que Steve había robado su hamburguesa. El hombre se le acercó para, pensó Baba, amenazarle con alguna denuncia (pues uno de los encargados había dicho que el mono pertenecía a uno de los empleados de las cocinas), pero lo que hizo fue ofrecerle su tarjeta personal, en la que Baba, que sabía algo de inglés, pudo leer lo siguiente: Paul Tisdale, futbolista. Tisdale, actual entrenador de un equipo de segunda categoría inglesa, estaba pasando unas vacaciones en Dakar cuando conoció a Baba Diawara. La imagen de un chico de once años, tan robusto, saliendo disparado de las cocinas, y corriendo a esa velocidad, le fascinó. Aquella velocidad, unida al desarrollo físico de Baba, que tenía una musculatura impropia para alguien de su edad, podía ser una veta a explotar en el mundo del deporte.

- Si eres capaz de darle una patada a un balón -le dijo Tisdale-, podrás llegar muy alto.

Horas después, Baba y su mentor se dirigieron a las oficinas de ASC Jeanne d´Arc, un humilde club senegalés, donde entrenaba un antiguo compañero de equipo de Tisdale. El inglés le habló del chico, y le pidió que le hicieran una prueba. Baba la superó con éxito, demostrando grandes cualidades como delantero centro. A la siguiente temporada, el ASC Jeanne d´Arc contaría con un nuevo jugador, Baba, o, como lo conocían sus compañeros, O´Babuloso, quien acabaría siendo máximo goleador del año, a pesar de no haber jugado jamás al fútbol, más allá de un par de tardes, en el callejón de atrás de su casa, con unos amigos que nada sabían del deporte rey.

Pasarían años hasta que Tisdale y Babá volvieran a verse. Uno dejó el fútbol diez años más tarde, otro, llegó a jugar en la liga española, aunque sus registros no fueran los esperados, para marcharse más tarde al Adelaide United, de Australia. Pero entre ambos, aún persiste una enorme amistad, y Baba ha reconocido que su célebre gol de chilena contra el Espanyol se lo dedicó al inglés:

- Sin Tisdale, no habría podido marcar ningún gol- contó en la Inside Sport Australiana- Aún seguiría siendo un chico pobre en Dakar, cuyo único amigo era Steve Dungu, el mono cercopiteco.





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